Creando Conexiones — Abrazando la esperanza

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Este Año de Jubileo: Peregrinos de la Esperanza, nos invita a todos a una época de renovación, un tiempo para abrazar la esperanza que Cristo nos ofrece, especialmente ante los desafíos que enfrentamos en nuestro mundo actual.

En muchos sentidos, este Año Jubilar no podría llegar en un mejor momento. Algunos se sienten abrumados por el peso de sus problemas personales y, otros, por los problemas del mundo, lo cual puede fácilmente hacernos perder de vista la esperanza que se encuentra en el corazón de nuestra fe.

Sin embargo, al embarcarnos juntos como peregrinos de la esperanza, sabemos que los problemas de la vida no desaparecerán simplemente por nuestra fe. Más bien, nuestra observancia de este año especial es otro llamado de Dios a ver más allá de nuestras circunstancias inmediatas y a depositar nuestra confianza en la esperanza inquebrantable que viene de Él. Es una invitación a volver nuestro corazón a Cristo, que camina con nosotros a través de las pruebas de la vida y nos ofrece la fuerza para perseverar con valentía y amor.

Este año de Jubileo nos invita a redescubrir el sentido de nuestro llamado personal de Dios a nuestra propia vocación en esta vida. Aunque somos diferentes por los llamados singulares que Dios nos hace, cada uno de nosotros comparte las mismas realidades comunes de todos los que han sido creados y redimidos por Él. Todos hemos sido llamados a la vida y todos hemos sido invitados a compartir las gracias que Su Hijo obtuvo por nosotros. Se nos da el don de una base sólida de fe que proporciona estabilidad y nuestro propósito en la vida; se nos ha dado el don de una esperanza viva, que va más allá de un mero optimismo sobre un futuro mejor, una realidad presente que nos permite superar los momentos actuales de dificultad; y se nos ha dado la gracia de responder con caridad a quienes nos rodean, viviendo así la vida divina.

Este año nos llamará a vivir de manera diferente: a ser luz en la oscuridad, a buscar la paz en tiempos de conflicto, a mostrar compasión por los que sufren y a decir la verdad con amor. La esperanza nos desafía a elevarnos por encima de los miedos, las ansiedades y las dudas que amenazan con desviarnos del camino de vivir como buenos administradores de los dones de Dios y a cumplir nuestro propio propósito en la vida.

En este Año Jubilar, los invito a ser portadores de esperanza en su familia, en su comunidad, en su parroquia, en nuestra diócesis y en toda interacción humana. Seamos líderes en la forma en que respondemos a la división y la desesperación en nuestra sociedad, liderando con actos de bondad, paciencia y comprensión.

Recordemos que la verdadera esperanza no viene de un mundo perfecto, sino de un Salvador que siempre está con nosotros, guiándonos y llenándonos de paz.

El año de la esperanza es un recordatorio de que, sin importar cuán oscuros puedan parecer algunos días, Dios siempre está trabajando en nuestras vidas y en el mundo. Él está renovando todas las cosas, restaurando lo que está roto y acercándonos cada vez más a Él.

Que la luz de Cristo brille con fuerza en nuestros corazones durante este año de Jubileo, iluminando el camino que tenemos por delante.

Y que nosotros, a su vez, compartamos esa luz con todos aquellos que encontremos.

Que Dios los bendiga.

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